Cierta madrugada, Ximena despertó de un salto, había tenido una pesadilla.
Estaba en un lugar que ella no conocía, acompañaba a su marido a cumplir con su trabajo, debía hacer una entrevista a alguna persona que vivía en un cerro, en el cuál no podían caminar normalmente, debían mantener su cuerpo de alguna forma para poder mantener el equilibrio. Juan, su marido es un hombre muy alto, delgado, sus ojos son café oscuro de ese oscuro en el que te puedes sumergir y pasar horas mirando, sus manos muy delgadas pero grandes, su cabello negro muy suave, como para mantener tu mano sobre él acariciándolo durante mucho tiempo.
Él debía hacer la entrevista y le pidió a Ximena que esperara en una palapa con la esposa del hombre a quien debía entrevistar, iban a ir a otro lado pero no era seguro que las dos mujeres los acompañaran pues había derrumbes en esos días. Ximena después de una hora de espera, comenzó a sentir que ya habían tardado demasiado y decidió ir en busca de su marido, ella caminó hacia arriba, sus pasos eran muy inseguros, comenzaba a llover y la tierra se volvía lodo que envolvía sus piernas y las sujetabas sin permitirle dar otro paso, volvió su mirada hacia arriba y vio al hombre entrevistado que venía bajando, Ximena se tranquilizó un poco, pensó:
-Qué bien, ya vienen- pero notó algo extraño en la mirada de ese hombre y no veía a Juan
-Su esposo......su esposo....-No decía más, el hombre estaba en estado de shock
-¿Qué sucede con mi esposo, dónde está?
-El murió...-Su mirada estaba perdida
-¿Queeeé, cómo que murió, dónde está?- Ximena luchaba contra el lodo, que le cubría hasta las rodillas
-El tuvo un accidente..-el hombre seguía viendo hacia la nada y no se movía de donde estaba parado
-¡No! ¡No es cierto! ¿Dónde está? ¿Por qué hace esto? ¡No es cierto!-Ximena despertó volteando de inmediato a ver el otro lado de su cama, su corazón latía con fuerza y notó que todo su cuerpo estaba empapado en sudor, su cara mojada por las lágrimas que escurrían. Juan estaba allí, estaba a su lado.
-¿Qué sucede, cielo? Tranquila, fue sólo un sueño
-¡No quiero perderte, mi amor!- Lo abrazó con fuerza, tocándolo una y otra vez, asegurándose de que en verdad estaba allí.
-No vas a perderme, ¿por qué dices eso? ¿Qué soñaste?-él la abrazaba también, tratando de tranquilizarla
Ximena no podía parar de llorar, pues sentía en ese momento un dolor terrible, al haber sufrido la pérdida de su marido, del hombre que amaba y que quería tener cerca toda su vida. Le contó a Juan lo que había soñado, temblando y respirando con mucho esfuerzo.
-No te preocupes, mi amor, aquí estoy- la acarició y la recostó sobre la almohada, la besó en la frente, en los ojos, primero en uno, luego en otro y después en la boca muy suavemente.
-¡No me dejes nunca!
-No cielo, eso no va a pasar, aquí estoy contigo, fue sólo un sueño-Se recostó junto con ella, recargándola en su pecho y acariciando su cabeza hasta que se quedó dormida.
Ximena, después de esa noche, no pasa un día sin que con algún detalle le muestre a Juan cuánto lo ama y pensando en lo terrible que sería su vida......sin él.