Martha era una chica de 15 años, muy bonita, pero no le gustaba arreglarse por ciertos problemas de autoestima. Usaba pantalones por lo menos 4 tallas más grande que la suya y playeras que le dieran por lo menos al muslo. Su novio, con quien llevaba 2 años, se llamaba Rodrigo. El tenía 18 años y tampoco se arreglaba lo suficiente, tenía el cabello largo, el cual nunca cepillaba y no se preocupaba mucho por su aspecto.
Los dos estaban en la preparatoria, aunque ninguno de los dos entraba a clases. Ambos eran drogadictos y alcohólicos, todos los días tomaban y se drogaban con los amigos, hubo un tiempo en el cual de hecho no se veían, cada quien lo hacía por su lado.
Un día, después de 4 meses, se encontraron en el lugar donde se juntaban a tomar con sus amigos y se saludaron como si se hubieran visto un día antes y bebieron durante todo el día, de pronto fumaban un porro, de pronto se metían al baño para meterse unas líneas de coca.
Como a las siete de la noche, Rodrigo se le acercó al oído a Martha y le dijo:
-Amor ¿qué tienes que hacer ahora?
-Nada, ¿por qué?- Respondió Martha algo ebria
-¿Qué te parece si vamos a mi casa? No hay nadie y hace mucho tiempo que no estamos juntos
-¿Estás seguro?
-Si ¿vamos?
-Bueno- Respondió Martha volteando para despedirse de sus amigos y tomando sus cosas para salir de inmediato. Rodrigo hizo lo mismo y se dirigieron a su casa.
Entraron sin encender la luz y fueron directo a la recamara. No estuvieron ahí más de media hora. No hubo ningún tipo de ritual ó besos ó caricias, simplemente lo de siempre. En realidad sus relaciones eran bastante egoístas, además de no ser conscientes, pues la mayoría de las veces estaban drogados.
Los dos estaban en la preparatoria, aunque ninguno de los dos entraba a clases. Ambos eran drogadictos y alcohólicos, todos los días tomaban y se drogaban con los amigos, hubo un tiempo en el cual de hecho no se veían, cada quien lo hacía por su lado.
Un día, después de 4 meses, se encontraron en el lugar donde se juntaban a tomar con sus amigos y se saludaron como si se hubieran visto un día antes y bebieron durante todo el día, de pronto fumaban un porro, de pronto se metían al baño para meterse unas líneas de coca.
Como a las siete de la noche, Rodrigo se le acercó al oído a Martha y le dijo:
-Amor ¿qué tienes que hacer ahora?
-Nada, ¿por qué?- Respondió Martha algo ebria
-¿Qué te parece si vamos a mi casa? No hay nadie y hace mucho tiempo que no estamos juntos
-¿Estás seguro?
-Si ¿vamos?
-Bueno- Respondió Martha volteando para despedirse de sus amigos y tomando sus cosas para salir de inmediato. Rodrigo hizo lo mismo y se dirigieron a su casa.
Entraron sin encender la luz y fueron directo a la recamara. No estuvieron ahí más de media hora. No hubo ningún tipo de ritual ó besos ó caricias, simplemente lo de siempre. En realidad sus relaciones eran bastante egoístas, además de no ser conscientes, pues la mayoría de las veces estaban drogados.
Una vez más, dejaron de verse durante casi dos meses. Mientras tanto, Martha enfrentaba cambios físicos y algunos problemas de salud, fue al médico y se enteró de que estaba embarazada. Ella al enterarse decidió dejar absolutamente todo, es decir, drogas, alcohol y tabaco. Moría de miedo, pues tenía que enfrentar a sus padres, pero lo que más le preocupaba era la reacción de Rodrigo. Después de pensarlo durante dos días le llamó por teléfono:
-¿Sí?
-Hola ¿Rodrigo?
-Sí
-Habla Martha
-Hola, amor ¿cómo estás?
-Bien, gracias- le respondió Martha con voz tenue
-¿Qué pasa, estás bien?
-Si, bueno, no. Tenemos que hablar ¿nos podemos ver?
-Claro ¿Quieres que nos veamos en tu casa?
-No, yo voy a la tuya, pero hablamos en el parque
-Está bien ¿a qué hora vienes?
-Salgo ahora mismo para allá
-Bien, aquí te espero- Dijo finalmente Rodrigo, pensando que quizá Martha quería hablar de un rompimiento.
Martha salió de inmediato, estaba muy nerviosa y no sabía ni cómo iba a empezar. Conforme se iba acercando tenía más miedo, las piernas le temblaban y sentía que no le respondían.
Por fin llegó a casa de Rodrigo, tocó y salió una de las hermanas, la más pequeña.
-¡Hola, Martha! ¿cómo estás?- se acercó a ella para abrazarla
-Muy bien, nena, ¡gracias! ¿y tú?- le respondió correspondiendo el abrazo
-Bien. ¿le hablo a mi hermano?
-Sí, por favor, pero dile que lo espero en el parque
-Está bien.
La niña entró corriendo a su casa para avisarle a su hermano que ya lo esperaban.
Mientras Rodrigo caminaba, iba pensando en qué era lo que iba a decir, pues de alguna manera creía que el rompimiento era lo mejor, pues casi no se veían, aunque se la pasaban muy bien cuando lo hacían. Se acercó a Martha y se sentó junto a ella.
-¡Hola!- No sabía si besarla o no, decidió esperar.
-Estoy embarazada- Dijo Martha sin pensarlo, tenía tanto miedo que no pudo planearlo bien, simplemente lo dijo y eso fue todo.
Rodrigo quedó pasmado, no tenía nada que ver con lo que él había pensado que iba a suceder, se quedó callado por unos minutos mientras miraba el suelo y al fin dijo:
-Bueno ¿y qué vamos a hacer? No lo vas a tener
-¿Me estás preguntando ó me lo estás diciendo?
-Te lo estoy diciendo
-Ni siquiera me has preguntado lo que quiero yo- dijo Martha algo alterada
-Pues es que no se trata de lo que quieras, sino de lo que debemos hacer, no estamos preparados para esto
-Nunca se está preparado para esto- Gritó Martha, levantándose de la banca
-Bueno, de todos modos tenemos que ir con un médico
-Está bien- Respondió más tranquila y sentándose nuevamente
-Vamos mañana, nos vemos a las siete de la mañana afuera de tu casa
-Está bien, te espero.-Se levantó y sin voltear a verlo, sin saber qué mas decir o sentir comenzó a caminar hacia su casa. Rodrigo se quedó allí por un largo rato y luego se fue a tomar unas cervezas con sus amigos.
Al día siguiente, Martha le dijo a su madre que iría a un bosque con Rodrigo y que volvería hasta en la noche. Su madre no dijo nada.
Martha salió y ya estaba Rodrigo esperándola.
-¿Nos vamos?- preguntó Rodrigo tomándola de la mano
-Sí, vamos- le respondió y apretó su mano muy fuerte.
-Me dieron la dirección de un doctor que te va a hacer un ultrasonido para saber cuánto tiempo tienes y luego vemos qué hacemos, ¿está bien?
-Está bien- respondió y volteó a verlo a la cara diciendo: -Estoy asustada- Rodrigo la abrazó y le acarició la cabeza tratando de tranquilizarla.
Hicieron más de una hora de camino y entraron a un hospital. El consultorio estaba en el último piso. Martha subió con mucho esfuerzo pues las piernas no le respondían muy bien, además de que todo el líquido que había tomado antes para poder pasar rápido a que le hicieran el ultrasonido comenzaba a hacer efecto en su organismo.
Entró en menos de 5 minutos al ultrasonido y el médico le dijo que tenía 7 semanas de embarazo. Martha se levantó sin escuchar más, fue al baño y esperó a que saliera Rodrigo del consultorio, pues hizo una llamada telefónica antes de salir.
-¿Lista?
-Sí ¿todo está bien?
-Sí, ¿por qué?
-Nada más. ¿A quién llamaste?
-Llamé a un doctor, aquí te hicieron el ultrasonido, pero te tiene que revisar un médico
-Si, está bien, no me he sentido muy bien
-Pero me dijo que hoy está ocupado, nos va a atender hasta mañana y lo tenemos que ver por aquí.
-¿Por aquí, por qué no podemos ver uno que esté cerca de la casa?- Preguntó Martha algo nerviosa
-Porque no me quiero arriesgar a que nos vean antes de que decidamos qué es lo que vamos a hacer.
-Bueno, está bien. ¿A qué hora tenemos qué estar aquí?
-A las nueve de la mañana
-Entonces vamos a tener que salir como a las siete.
-Sí ¿tienes problema? Le respondió Rodrigo mirándola a los ojos
-No, está bien
Se fueron a su casa y no hablaron nada en el camino. Rodrigo dejó a Martha en su casa y luego se fue.
Al día siguiente repitieron la escena, Martha salió y Rodrigo ya la estaba esperando. Cuando llegaron al lugar donde había quedado Rodrigo de ver al médico, no había nadie, tuvieron que esperar y lo hicieron en silencio.
Después de un rato se acercó un carro y el hombre que iba conduciendo le hizo señas a Rodrigo para que subieran al auto, eso sorprendió mucho a Martha, pero pensó que habían quedado en eso porque quizá era complicado llegar al consultorio. Cuando llegaron, Martha comenzó a sentirse mal y se desmayó, cuando despertó estaba en una mesa de auscultación con una aguja en la vena del brazo izquierdo. El médico le dijo que necesitaba vitaminas y que se las administraría por medio del suero y comenzó a inyectar algo.
Después de unos minutos, Martha comenzó a quedarse dormida sin poder evitarlo, escuchaba al médico a lo lejos. Abrió los ojos y se descubrió amarrada de los brazos y las piernas, como pudo se soltó y arrancó el suero del brazo, se sentó y se dio cuenta de que estaba sangrando, se arrancó las telas que la ataban a la mesa de auscultación y comenzó a aventar todo lo que se encontraba a su paso. Rodrigo entró ese momento y le dijo con una voz muy calmada:
-Te dije que no ibas a tenerlo.
Martha estaba débil y sus piernas no le respondieron como esperaba, así que quedó tirada en el suelo. Rodrigo la levantó tomandola del brazo y la la llevó al sillón que estaba en la sala de espera. Ella llorando y golpeándose las piernas por la desesperación, observaba el lugar que parecía más un despacho que un consultorio.
Rodrigo estuvo unos minutos más dentro con el médico. Cuando salió la tomó del brazo y la llevó afuera, ya los esperaba un taxi. Martha se quedó dormida durante todo el camino y llegaron a casa de Rodrigo, allí él le dio unas pastillas que le había recetado el médico.
-¿Por qué me hiciste esto, Rodrigo?
-Te dije que no ibas a tenerlo- le hablaba sin mirarla a la cara
-Pero habíamos quedado en que lo íbamos a discutir después de que me viera el médico- le decía con la cara empapada y tratando de incorporarse.
-Sí, Martha, pero sé qué es lo que iba a suceder. ¡Cálmate!
-¿Cómo voy a calmarme? ¡Me engañaste! ¿y si lo hizo mal?- preguntó Martha, pensando en que lo que no la había animado en pensar en un aborto era terror a que saliera mal.
-No lo hizo mal, estás bien, no te preocupes.
Nuevamente, Marha se quedó dormida y no podía controlarlo, pues aún estaba bajo los efectos de la anestesia. Cuando volvió a abrir los ojos, estaba en su habitación, su madre estaba a su lado.
-¿Te sientes bien?- preguntó su madre tocando su frente
-Sí. ¿Dónde está Rodrigo?
-Se fue, dijo que te habías sentido mal y que estabas con fiebre, que te habías quedado dormida y que creía que era mejor que estuvieras aquí en la casa. Te trajo en un taxi y te cargamos entre los dos.
-Pero ¿por qué se fue?- Preguntó Martha llorando, no porque lo necesitara realmente, más bien no sabía cómo enfrentar la situación con su madre.
-Porque dormías y es mejor que descanses, duerme, ahora no tienes fiebre.
Martha no le dijo nada a su madre, pero se sentía desesperada, habían asesinado a su hijo y no podía decir nada, sólo pensaba en lo que iba a suceder después.
-¿Qué hago, qué digo? No puedo decirle nada a mi madre, ¡a nadie! ¿Qué voy a hacer? No podía dejar de pensar en eso y no podía dejar de llorar, así estuvo durante algunas horas, hasta que se quedó dormida nuevamente.
Pasó una semana y no había recibido ni una llamada de Rodrigo y cuando ella le llamaba nunca lo encontraba. No le afectaba tanto el hecho de que Rodrigo no llamara para preguntar por lo menos cómo se sentía o que no estuviera a su lado, en realidad, nunca había estado y ni sabía qué era lo que sentía por él, simplemente el pensar que no podría decírselo a nadie y que aún cuando no estaba en sus planes el tener un hijo, había sido un asesinato y ella formaba parte de ello.
Por fin se decidió a salir y encontró a algunos amigos, como había sido costumbre, comenzó a drogarse nuevamente, platicaba y reía como lo hacía antes, nadie notó alguna diferencia. Ya en la noche, Martha decidió irse a su casa y se despidió de todos. Al llegar a su casa, se metió en su habitación y sacó todos los medicamentos que encontró y se tomó hasta la última pastilla.
Su madre la encontró al día siguiente rodeada de cajas de medicamentos, se lanzó sobre ella y comenzó a jalarla para levantarla, la golpeaba en la cara para que reaccionara, gritaba y sus lágrimas caían en el rostro de su hija, pero Martha ya no despertó, había muerto, se había suicidado y no había ni una sola pista del porqué.
Unas semanas después, totalmente demacrada, pálida y los ojos hinchados por tanto llanto y un poco enloquecida por el dolor, trató de investigar con los amigos de Martha qué había sucedido, si les había comentado algo, nadie supo nada, todos vieron a la misma Martha de siempre.
Cuando le llamó a Rodrigo, él no supo qué decir, simplemente que Martha no le había dicho nada y que cuando se habían visto había estado normal, no supo que había muerto hasta que la madre le llamó. Trataba de actuar normal pero se sentía culpable, se repetía una y otra vez que se había suicidado porque la había dejado sola, porque no la había buscado y que lo había hecho por él.
No creía de ninguna manera que lo que había sucedido fuera motivo para que ella siquiera se sintiera mal. Pasó días tomando hasta perderse, saliendo con los amigos como si nada hubiera pasado. - En realidad ni tuvimos una relación seria- Le decía a sus amigos, pero por dentro gritaba de desesperación, pues la culpa lo iba carcomiendo.
-¿Te sientes bien?- preguntó su madre tocando su frente
-Sí. ¿Dónde está Rodrigo?
-Se fue, dijo que te habías sentido mal y que estabas con fiebre, que te habías quedado dormida y que creía que era mejor que estuvieras aquí en la casa. Te trajo en un taxi y te cargamos entre los dos.
-Pero ¿por qué se fue?- Preguntó Martha llorando, no porque lo necesitara realmente, más bien no sabía cómo enfrentar la situación con su madre.
-Porque dormías y es mejor que descanses, duerme, ahora no tienes fiebre.
Martha no le dijo nada a su madre, pero se sentía desesperada, habían asesinado a su hijo y no podía decir nada, sólo pensaba en lo que iba a suceder después.
-¿Qué hago, qué digo? No puedo decirle nada a mi madre, ¡a nadie! ¿Qué voy a hacer? No podía dejar de pensar en eso y no podía dejar de llorar, así estuvo durante algunas horas, hasta que se quedó dormida nuevamente.
Pasó una semana y no había recibido ni una llamada de Rodrigo y cuando ella le llamaba nunca lo encontraba. No le afectaba tanto el hecho de que Rodrigo no llamara para preguntar por lo menos cómo se sentía o que no estuviera a su lado, en realidad, nunca había estado y ni sabía qué era lo que sentía por él, simplemente el pensar que no podría decírselo a nadie y que aún cuando no estaba en sus planes el tener un hijo, había sido un asesinato y ella formaba parte de ello.
Por fin se decidió a salir y encontró a algunos amigos, como había sido costumbre, comenzó a drogarse nuevamente, platicaba y reía como lo hacía antes, nadie notó alguna diferencia. Ya en la noche, Martha decidió irse a su casa y se despidió de todos. Al llegar a su casa, se metió en su habitación y sacó todos los medicamentos que encontró y se tomó hasta la última pastilla.
Su madre la encontró al día siguiente rodeada de cajas de medicamentos, se lanzó sobre ella y comenzó a jalarla para levantarla, la golpeaba en la cara para que reaccionara, gritaba y sus lágrimas caían en el rostro de su hija, pero Martha ya no despertó, había muerto, se había suicidado y no había ni una sola pista del porqué.
Unas semanas después, totalmente demacrada, pálida y los ojos hinchados por tanto llanto y un poco enloquecida por el dolor, trató de investigar con los amigos de Martha qué había sucedido, si les había comentado algo, nadie supo nada, todos vieron a la misma Martha de siempre.
Cuando le llamó a Rodrigo, él no supo qué decir, simplemente que Martha no le había dicho nada y que cuando se habían visto había estado normal, no supo que había muerto hasta que la madre le llamó. Trataba de actuar normal pero se sentía culpable, se repetía una y otra vez que se había suicidado porque la había dejado sola, porque no la había buscado y que lo había hecho por él.
No creía de ninguna manera que lo que había sucedido fuera motivo para que ella siquiera se sintiera mal. Pasó días tomando hasta perderse, saliendo con los amigos como si nada hubiera pasado. - En realidad ni tuvimos una relación seria- Le decía a sus amigos, pero por dentro gritaba de desesperación, pues la culpa lo iba carcomiendo.
¿Podría ser inocente?