viernes, octubre 13, 2006

Libertad


Èrase una vez un pàjaro, adornado con un par de alas perfectas y plumas relucientes, coloridas y maravillosas. En fin, un animal hecho para volar libre e independiente, para alegrar a quien lo observase. Un dìa, una mujer lo vio y se enamorò de èl. Se quedò mirando su vuelo con la boca abierta de admiraciòn, con el corazòn latièndole màs de prisa, con los ojos brillates de emociòn. Lo invitò a volar con ella, y los dos viajaron por el cielo en completa armonìa. Ella admiraba, veneraba, adoraba al pàjaro.
Pero entonces pensò: <<¡Tal vez quiera conocer algunas montañas distantes!>> Y la mujer tuvo miedo. Miedo de no volver a sentir nunca màs aquello con otro pàjaro. Y sintiò envidia, envidia de la capacidad de volar del pàjaro.
Y se sintiò sola.
Y pensò: << Voy a poner una trampa. La pròxima vez que el pàjaro venga, no volverà a marcharse.>>
El pàjaro que tambièn estaba enamorado, volviò al dìa siguiente, cayò en la trampa y fue encerrado en la jaula.
Todos los dìas ella miraba al pàjaro. Allì estaba el objeto de su pasiòn, y se lo enseñaba a sus amigas, que comentaban: << Eres una persona que lo tiene todo.>> Sin embargo, empezò a producirse una extraña transformaciòn: como tenìa al pàjaro, y ya no tenìa que conquistarlo, fue perdiendo el interès. El pàjaro, sin poder volar ni expresar el sentido de su vida, se fue consumiendo, perdiendo el brillo y se puso feo, y ella ya no le prestaba atenciòn, excepto para alimentarlo y limpiar la jaula.
Un buen dìa, el pàjaro muriò. Ella se puso muy triste, y no dejaba de pensar en èl. Pero no recordaba la jaula, recordaba sòlo el dìa que lo habìa visto por primera vez, volando contento entre las nubes.
Si profundizase en sì misma, descubrirìa que aquello que la emocionaba tanto del pàjaro era su libertad, la energìa de las alas en movimiento, no su cuerpo fìsico.
Sin el pàjaro, su vida tambièn perdiò sentido, y la muerte vino a llamar a su puerta. <<¿Por què has venido?>>, le preguntò a la muerte.
-Para que puedas volar de nuevo con èl por el cielo -respondiò la muerte-. Si lo hubieses dejado partir y volver siempre, lo admirarìas y lo amarìas todavìa màs; sin embargo, ahora necesitas de mì para poder encontrarlo de nuevo.

1 comentario:

JB dijo...

Gaby, menuda romanticona salió la "muerte". Encima, se presta para hacer feliz, a tu femenina protagonista ;)

Realmente en MX tenéis una curiosa visión de ella. Más cercana y más amigable... por acá muchos temen de ella por inseguros, insatisfechos e infelices!

Gracias por mostrame su otro rostro, no tan oscuro...

De mujeres poniendo trampas haya tantas páginas escritas... pero esta es realmente bella.

Tratar de amarrar a una mujer y no dejarla crecer en libertad es robarle también el aire hasta su último suspiro...

Beos de "altos vuelos, en libertad"